«¿DÍA O NOCHE?» y «¿ZANAHORIA, HUEVO O CAFÉ?» son los títulos de dos nuevos cuentos acompañados de un mantra «NAM MYOHO RENGUE KYO» que presento hoy con el firme propósito de provocarte la reflexión.
Espero que los disfrutes.
¿DÍA O NOCHE? (NARRACIÓN)¿ZANAHORIA, HUEVO O CAFÉ? (NARRACIÓN)NAM MYOHO RENGUE KYO (MANTRA)
“¿DÍA O NOCHE?” Preguntó un maestro a sus discípulos para ver si sabrían decir cuándo acababa la noche y empezaba el día.
Uno de ellos dijo: “Cuando ves a un animal a distancia y puedes distinguir si es una vaca o un caballo”.
“No”, dijo el maestro.
Otro dijo: “Cuando miras un árbol a distancia y puedes distinguir si es un mango o un naranjo”.
“Tampoco” dijo el maestro.
“Está bien”, dijeron los discípulos, “dinos cuándo es”.
A lo que el maestro respondió: “Cuando miras a un hombre al rostro y reconoces en él a tu hermano; cuando miras a la cara a una mujer y reconoces en ella a tu hermana. Si no eres capaz de esto, entonces, sea la hora que sea, para ti… ¡aún es de noche!”.
La esencia del budismo yace en la convicción de que, a cada instante, en nuestro interior existe la capacidad para superar cualquier problema o dificultad que podamos encontrar en la vida; la habilidad de transformar cualquier sufrimiento. Nuestras vidas poseen este poder porque son inseparables de la ley fundamental que subyace en el funcionamiento de toda la vida y del universo.
Había una vez una niña que se quejaba de su vida y como las cosas le resultaban tan díficiles. No entendía las matemáticas, no tenia buenas amigas y siempre estaba peleando. Ella estaba cansada de esforzarse tanto.
Parecía que cuando solucionaba un problema aparecía otro. Su padre, un cheff de cocina, la llevo a su lugar de trabajo. Allí lleno tres ollas con agua y las coloco sobre un fuerte fuego. Pronto el agua de las tres ollas estaba hirviendo. Entonces, en una de las ollas colocó zanahorias, en otra colocó huevos y en la ultima colocó granos de café. Las dejo hervir sin decir una palabra. La hija espero impacientemente, preguntándose que estaría haciendo su padre. A los veinte minutos el padre apagó el fuego. Saco las zanahorias y las coloco en un plato. Saco los huevos y los coloco en otro plato. Coló el café y lo puso en una olla.
Mirando a su hija le dijo: ¿Querida, que ves? Ella respondió “Zanahorias, huevos y café”. La hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias. Ella lo hizo y noto que estaban blandas. Luego le pidió que tomara un huevo y lo rompiera. Una vez quitada la cascara observó el huevo duro. Luego le pidió que probara el café. Ella sonrió mientras disfrutaba de su rico aroma.
Humildemente la hija preguntó: ¿Qué significa esto Papá? El le explicó que los tres elementos habían enfrentado la misma adversidad: agua hirviendo, pero habían reaccionado en forma diferente. La zanahoria llegó al agua fuerte y dura. Pero después de pasar por el agua hirviendo se había vuelto débil. Fácil de deshacer. El huevo había llegado al agua frágil. Su cascara fina protegía su interior liquido. Pero después de estar en agua hirviendo, su interior se había endurecido. Los granos de café sin embargo eran únicos. Después de estar en agua hirviendo, habían cambiado al agua.
¿Cuál eres tu?, le preguntó a su hija. “¿Cuando tienes un problema, Cómo respondes? ¿Eres una zanahoria, un huevo o un grano de café? Si eres una zanahoria pareces fuerte pero cuando enfrentas un problema, te vuelves débil y pierdes fortaleza. Si eres un Huevo comienzas con un corazón blando y después de las dificultades te vuelves duro y rígido. Por fuera te ves igual, pero eres triste, molesto y te quejas por todo. Si eres un grano de café cambias al agua, el elemento que te causa dolor. Cuando el agua llega al punto de hervir, el café alcanza su mejor sabor. Si eres como el grano de café, cuando las cosas se ponen peor, tu reaccionas mejor y haces que las cosas a tu alrededor mejoren. No importa lo que enfrentes o los problemas que tengas, siempre sigue esforzándote y entona Nam Myoho Rengue Kyo con la certeza que todo mejorará. Esto te producirá una gran alegría.