SIRENA VARADA 7

SIRENA VARADA 

Es ese reflejo en tu mirada,
que devuelve ecos de cielos,
distantes en la memoria,
azules, rojos, negros,
nubes deshilachadas,
jirones de recuerdos,
de días, meses, años,
perdidos en el tiempo

Es ese semblante tuyo
coronado por dos luceros,
que al despuntar el alba
anhelan el sol de otoño
meciéndose entre tus dedos.

Son tus pupilas el fuego
que despierta a la esperanza
que mira más allá del velo
de canciones de puño y hierro,
de mentiras del pleistoceno,
de vagas promesas y princesas
que te vendieron un cuento

Es la belleza glaciar de tu rostro, intacto, inalcanzable, inquieto,
ahogado por heridas
que se abrieron en tu proa,
dejando escarcha en tu pelo,
rayos tras la tormenta
danzando al son del viento.

Es ese tu pecho abierto,
tallado por el tiempo,
hundido por el peso
de límites no impuestos,
helado por el abisal profundo,
que ansía refulgir de nuevo
con un abrazo salado
que le rescate de esa penumbra,
y le exilié del palacio de coral
que se ha convertido en tu cuna,
en tu tumba y en tu lecho.

Pero el abrazo no asoma
y tu pecho no encuentra buen puerto
que le acoja con brazos abiertos,
que le salve de este helado infierno
que es vivir sin movimiento,
atrapada en una red
que apaga ese fuego interno
de un corazón ardiente
que se muere por volver a abrirse,
por latir, por no esconderse
por derretir las escamas
que le cubren por completo

Y en tus labios la mueca frustrada
por tantos besos robados,
sedientos de tantos anhelos,
susurrados en secreto
a oídos de antiguos templos,
varados en el instante eterno
en que dijeron mi nombre
y tejieron un silencio.